Maximiliano I, emperador de México, es un personaje polémico en la historia nacional, pero su amor por la cultura y el pueblo mexicano no puede ser ignorado; Maximiliano demostró gran sensibilidad hacia la cultura mexicana que lo convierte en un personaje admirable.
Uno de los aspectos más destacados de la relación de Maximiliano con México fue su interés en aprender más sobre el país que le tocó gobernar. Para ello, aprendió náhuatl, la lengua de los mexicas, y promovió su uso, incluso emitiendo dos decretos bilingües. Para lograrlo, contrató al maestro Faustino Chimalpopoca, quien se convirtió en su traductor y mentor de náhuatl.
Chimalpopoca fue un experto en náhuatl, investigador de lenguas prehispánicas en la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, y maestro de esta lengua en instituciones de renombre como el Colegio de San Gregorio y la Real y Pontificia Universidad de México. Su colaboración con Maximiliano permitió que el emperador profundizara en la cultura mexicana y se acercara a los pueblos originarios bajo su gobierno.
A pesar de su corto reinado y de la polémica que lo rodea, Maximiliano I de México es recordado por su interés en las culturas de México y su esfuerzo por promover el uso del náhuatl como lengua oficial del Imperio.
La figura de Faustino Chimalpopoca, su maestro de náhuatl, también es importante para comprender la profundidad del interés de Maximiliano en la cultura mexicana. Ambos son una muestra de que la sensibilidad y el amor por la cultura pueden ser un puente entre pueblos y culturas, más allá de la política y las diferencias ideológicas.