Ciudad del Vaticano. Más de veinte mil personas se reunieron en el Coliseo de Roma para la celebración del Viernes Santo, en una emotiva y evocadora ceremonia del Viacrucis.
En las catorce estaciones, el dolor de las víctimas de la guerra, la injusticia y la pobreza se elevó en un grito de oración a Dios, invocando la esperanza, la conversión, el diálogo y, sobre todo, el perdón. Debido al frío y para cuidar su salud, el Papa Francisco siguió la celebración desde su residencia en la Casa Santa Marta.
El cardenal vicario De Donatis dirigió la ceremonia, con el coro de la Capilla Sixtina entonando el Agnus Dei. En la oración final, De Donatis habló sobre las «14 gracias a Dios», agradeciendo por no haber permitido que la humanidad se hunda en el pecado, la impiedad y el mal.
La ceremonia contó con testimonios de dolor y sufrimiento por parte de refugiados, huérfanos, supervivientes y personas de todas las religiones y nacionalidades que han sufrido por la guerra y la violencia.
El tema elegido por el Papa fue «Voces de paz», y en la ceremonia se unieron voces de paz y esperanza en un momento de profunda reflexión y oración.