Canadá. La cafetería The Anarchist (El Anarquista), en Toronto, Canadá, que abrió como un espacio comunal anticapitalista y anticolonial con el lema «paga lo que puedas», cerró sus puertas después de sólo un año de operación desde su apertura en marzo de 2022. Gabriel Sims-Fewer, su propietario, anunció el cierre debido a las dificultades para mantener el negocio.
El fracaso de The Anarchist sirve como un recordatorio de los desafíos que enfrentan los proyectos que buscan implementar sistemas comunistas en el ámbito empresarial. Aunque la idea de compartir y ofrecer una alternativa al sistema capitalista puede resultar atractiva en teoría, la realidad demuestra una y otra vez que el sistema comunista no es viable ni sostenible en el ámbito económico.
Este intento fallido de negocio demuestra que, a pesar de las intenciones loables, el modelo de subsidiar bebidas para aquellos que no pueden pagar tanto se enfrenta a serios problemas económicos. El objetivo de eliminar jerarquías y gerentes, en la práctica, puede llevar a dificultades para la toma de decisiones eficientes y a la falta de una estructura organizativa sólida.
Además, la falta de recursos y la incapacidad para enfrentar la temporada baja de invierno reflejan las debilidades inherentes del sistema comunista. Sin un incentivo económico claro y una estructura de mercado competitiva, las empresas basadas en ideologías comunistas a menudo luchan por sobrevivir en un entorno empresarial real.
El cierre de The Anarchist debería ser visto como una lección sobre los límites y las limitaciones del sistema comunista en el mundo empresarial. Aunque es comprensible que algunos individuos busquen alternativas al sistema capitalista, es importante reconocer que el comunismo ha demostrado ser un sistema fallido en la práctica, con numerosos ejemplos a lo largo de la historia que han dejado en evidencia sus errores y sus consecuencias negativas para la economía y la sociedad en general.