Venezuela. En medio de un clima de tensión y denuncias de ilegitimidad, el dictador Nicolás Maduro tomó hoy posesión como «presidente» de Venezuela para un tercer periodo consecutivo. La ceremonia, marcada por un fuerte despliegue de seguridad, se realizó en el Palacio de Miraflores, mientras en las calles se registraban protestas convocadas por la oposición.
El acto oficial se llevó a cabo bajo el rechazo de varios gobiernos de América Latina y el respaldo de sus principales aliados internacionales, como Rusia y China. Sin embargo, Estados Unidos y la Unión Europea reiteraron que desconocen los resultados electorales y sostienen que el verdadero vencedor es el opositor Edmundo González Urrutia.
La reelección de Maduro ha sido cuestionada desde el inicio. El Consejo Nacional Electoral (CNE), dominado por el oficialismo, proclamó su victoria tras un proceso electoral plagado de denuncias de fraude. La oposición, encabezada por González Urrutia, sostiene que obtuvo más del 70% de los votos y presentó copias de las actas que respaldarían su triunfo.
María Corina Machado, lideresa de Vente Venezuela y figura clave en la oposición, fue detenida brevemente ayer mientras participaba en una manifestación. Según miembros de su partido, fue obligada a grabar un video donde afirmó estar en buen estado, lo que sus partidarios calificaron como una medida de intimidación.
La comunidad internacional ha manifestado su preocupación por los arrestos arbitrarios y la creciente persecución política. Organizaciones como la OEA y Human Rights Watch han emitido comunicados en los que instan al gobierno de Maduro a respetar los derechos humanos y permitir una auditoría independiente de los comicios.
Mientras tanto, miles de ciudadanos opositores marcharon hoy por las principales calles de Caracas y otras ciudades del país. Con consignas de «¡Elecciones libres ya!» y «¡No más dictadura!», los manifestantes exigieron un cambio de rumbo y la restitución de la democracia. A pesar de los intentos de las fuerzas de seguridad por disolver las protestas, los líderes opositores reiteraron su compromiso de mantener la presión popular.
El contexto de esta nueva investidura agrava la crisis política, económica y social que vive el país. La inflación descontrolada, la escasez de alimentos y medicinas, y la migración masiva de venezolanos continúan siendo los principales retos de una nación fracturada por la polarización.
Por otro lado, Estados Unidos, a través de un portavoz del Departamento de Estado, señaló que mantiene su respaldo a González Urrutia y se comprometió a seguir presionando al régimen mediante sanciones económicas y diplomáticas.
La incertidumbre sigue reinando en Venezuela. Para muchos ciudadanos, el día de hoy representa un episodio más en una historia de resistencia frente a un gobierno al que califican de ilegítimo y represor. Mientras tanto, las miradas del continente están puestas en los próximos movimientos de una oposición que enfrenta, una vez más, el reto de consolidar la unidad y mantener la movilización ciudadana frente al poder de un régimen cada vez más aislado en el plano internacional.