Estados Unidos. La compañía Disney, liderada por Bob Iger, ha decidido dar un giro drástico en su estrategia y abandonar las imposiciones de contenido ideológico «woke» que, según analistas, han contribuido al desplome de su audiencia y al fracaso de varias de sus producciones. Durante una reunión con accionistas, Iger fue claro al afirmar que la prioridad de la empresa debe ser entretener a las familias, alejándose de agendas políticas que han dividido a su público.
Producciones como Lightyear y Strange World fueron ejemplos evidentes de esta fallida estrategia de «inclusión forzada», ya que ambas películas registraron pérdidas millonarias tras ser rechazadas por una audiencia que busca entretenimiento, no mensajes ideológicos. A esto se suman cambios en sus parques temáticos, como el saludo neutral en lugar de las tradicionales frases familiares, lo que generó un descontento generalizado entre sus visitantes. El punto más crítico llegó con la disputa legal con el gobernador de Florida, Ron DeSantis, que resultó en la pérdida de privilegios fiscales y daños a la imagen corporativa de Disney.
Como parte de este replanteamiento, la compañía ya ha comenzado a retirar elementos polémicos de futuros proyectos. Un ejemplo es la serie animada Win or Lose, que ha eliminado un personaje trans para evitar más críticas y enfocarse en historias más accesibles para las familias. Este ajuste ha sido aplaudido por amplios sectores de la población, quienes consideran que Disney debe recuperar los valores tradicionales que la convirtieron en un referente de entretenimiento familiar.
Mientras algunos celebran lo que consideran «el fin de la era woke» de Disney, otros acusan a la compañía de ceder ante las críticas. No obstante, Iger parece decidido a recuperar la confianza del público y evitar nuevos fracasos financieros, apostando por contenidos que vuelvan a conectar con una audiencia masiva y respeten los valores de quienes hicieron grande a Disney: las familias.