México. El quetzal, una de las aves más emblemáticas de América Latina, fue considerada sagrada por las culturas prehispánicas, asociada a deidades importantes como Quetzalcóatl y Kukulkán.
Según la mitología maya y mexica, el quetzal era considerado una manifestación divina, y su nombre proviene del náhuatl quetzalli, que significa «hermoso, bello o sagrado». Durante la época prehispánica, esta ave estuvo asociada al dios mexica Quetzalcóatl y a su paralelo maya Kukulkán, deidades que personificaban el arquetipo de la serpiente emplumada.
Según el Popol Vuh, el libro sagrado de la cultura maya, cuando los dioses creadores Kukulkán y Tepeu decidieron dar vida a las aves, soplaron sobre el árbol de guayacán, cuyas hojas azul verdoso se transformaron en el pájaro quetzal.
La cultura maya mantuvo al quetzal en alta estima y su plumaje era considerado moneda de cambio y muy codiciado. Además, las largas plumas del quetzal macho fueron empleadas para confeccionar la indumentaria imperial y sacerdotal, aunque el quetzal no era cazado, ya que su muerte era considerada un crimen que ameritaba la pena de muerte.
Debido a su resistencia al cautiverio, en el que el quetzal suele morir, esta ave ha sido considerada un símbolo tradicional de la libertad y la energía creativa. Fue decretada ave nacional de Guatemala en 1871.
El quetzal recibe el nombre científico de Pharomachrus, y está clasificado dentro de la familia de los pájaros trogones. Su dieta está compuesta principalmente de frutos, pequeños insectos, lagartijas y ranas, lo que lo convierte en un ave omnívora.
Los ejemplares machos presentan un plumaje de color verde metálico y pecho rojo, y durante la etapa de reproducción, desarrollan una cola de hasta 1 metro de longitud, lo que contrasta con su cuerpo, que puede medir hasta 35 cm. Las hembras, por otro lado, presentan colores más opacos y no desarrollan cola. Durante la temporada de apareamiento, los machos emprenden vuelos nupciales para atraer a las hembras, y ambos participan en la incubación y protección de las crías, que suelen ser dos por temporada.
Sin embargo, a pesar de su importancia cultural y simbólica, la población de quetzales se ha visto reducida debido a la caza ilegal y la pérdida de hábitat. Actualmente, el quetzal habita desde la región sur de México hasta la parte norte de Venezuela y está en peligro de extinción.
Hasta hace poco se creía que los quetzales morían durante el cautiverio y que su reproducción en tales condiciones era imposible, pero en 2018 se logró que el ave se reprodujera en México, lo que da esperanza para su conservación y supervivencia en el futuro.